"Decidí quedarme por todas las cosas que había hecho bien." (Votos de amor, 2012.)
En Costa Rica rara vez las personas en sus bodas hacen votos de amor. Indistintamente de la concepción de boda: católica, protestante, mormona... A fin de cuentas, cada quien profesa públicamente su sentimiento en la versión que más le encaje de la fe...
La costumbre que se construye en pareja y el olvidarse de esa etapa mística donde se es amigo de quien se ama, ha llevado a muchos al altar únicamente para ritualizar una profesión de fé con poco contenido. En este sentido me complace darles la bienvenida a la teoría fundamental del divorcio (en la menos compleja de sus expresiones).
Recuerde mi estimado lector, que en este blog, el autor irreverentemente escribe lo que siente. Ojo, lo que siente.
Recuerde mi estimado lector, que en este blog, el autor irreverentemente escribe lo que siente. Ojo, lo que siente.
"Me aceptaste por lo que soy y no por lo que querías que fuera." (Votos de amor, 2012).
"Son las promesas de fidelidad perpetua que se hacen al esposo o esposa y en donde se queda comprometido el honor divino porque se toma a Dios como Testigo de lo que se afirma (...)"
En estos votos sucede algo bien interesante. Quien se entrega en matrimonio consagra lo que considera más importante para su vida y la de su pareja. Evidentemente, obtiene esta inspiración de la vivencia que con la otra persona ha compartido.
Pero, breve detalle, dentro de estas solemnes promesas a nadie se le ocurre echarse en cara los trapos sucios, que como en toda relación son parte de la dinámica del amor.
Quién se casaría si su amante le pronunciara votos como los de seguido:
"Yo, Fulano, te profeso mi amor a vos, Mengana, por todas aquellas veces en que te toleré tus chichas, tu falta de apego y desconfianzas. Quiero decirte que nunca en la vida había experimentado tanta desconfianza y furor en mi contra, pero hoy, a pesar de tanta desasón me consagro a tí."
No hay espiritu que resista un amor que apuñala.
En estos votos sucede algo bien interesante. Quien se entrega en matrimonio consagra lo que considera más importante para su vida y la de su pareja. Evidentemente, obtiene esta inspiración de la vivencia que con la otra persona ha compartido.
Pero, breve detalle, dentro de estas solemnes promesas a nadie se le ocurre echarse en cara los trapos sucios, que como en toda relación son parte de la dinámica del amor.
Quién se casaría si su amante le pronunciara votos como los de seguido:
"Yo, Fulano, te profeso mi amor a vos, Mengana, por todas aquellas veces en que te toleré tus chichas, tu falta de apego y desconfianzas. Quiero decirte que nunca en la vida había experimentado tanta desconfianza y furor en mi contra, pero hoy, a pesar de tanta desasón me consagro a tí."
No hay espiritu que resista un amor que apuñala.
"Y vivir dentro del calor de tu corazón y llamarlo siempre mi hogar..." (Votos de amor, 2012).
Cuando se ama hay que traer a la mano la noción de lealtad, de fidelidad, de complicidad. Pero en su escencia real. Los niños son el mejor ejemplo de ello. Aman a quien les da la gana, así como también, se alejan de quien se les antoja (con causa justa y justificada).
Escribir votos de amor, hoy, debería ser una aventura diferente. Significa estar siempre "a pesar de"... Estar siempre "sin un pero"... Estar siempre donde "sos más de lo que tenés"...
Una propuesta adecuada a continuación:
"Yo, Fulano, con mis errores y mis virtudes, prometo nadar contra corriente y con todas mis fuerzas para alcanzar el amor que anhelamos. No me importarán las trivialidades, ni las dudas administrativas que dañen nuestro futuro, porque mientras estés en él habremos logrado nuestra meta más fundamental."
Provecho con sus votos de amor.
JEGR.
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