Carta breve al futuro.


Querido futuro:

De sólo pensar que te escribo me tiemblan las manos; se me pone alerta el alma. Supongo que es lo normal en quien cree que la vida -en algunos momentos- también escucha la voz del inconsciente. Y pues escribirte implica viajar a ese mañana que, si bien no debería preocuparme, en ocaciones me desvela. 

Seamos sinceros, quiero que firmemos la paz. Han pasado algunos años ya y hemos construido una vorágine entre ambos, por deporte o por destino. Has traído gente a mi presente a la que he amado con voracidad, pero que también me ha dejado algunas cicatrices profundas en el corazón.

He ganado, he perdido, me has tenido luchando de forma permanente y no creo que vaya a dejarlo de hacer. Si dejara de luchar no tendrían sentido los anhelos, las metas y los deseos que tengo programados contigo.

Te pido que lleguemos a unos acuerdos, que los valoremos con sencillez, sin la tradicional argumentación que justifica el pasado y ayuda a que pase rápido el presente. Busquemos un punto medio. Comprendámonos, amémonos con fraternidad, pero sutil; de tal manera que valorarte no me robe la realidad que Dios ha reservado para mí en el presente.

JEGR.

Comentarios